Un clásico para este mes. Que lo disfrutéis. Nos vemos el próximo 16 de febrero, jueves, a las 20 h. en las instalaciones de la Biblioteca Municipal de Zaratán.
A los diecisiete años, deslumbrado por la figura de Napoleón, el joven Fabrizio del Dongo, hijo segundo de un reaccionario aristócrata de Milán, parte con intención de reunirse al ejército con el que el emperador va a disputar su batalla final. La mala suerte hace que sea confundido con un espía y sólo pueda ver la batalla de Waterloo a lo lejos.
La tía de Fabrizio, la fascinante Gina, duquesa de Sanseverino, y su amante, el primer ministro del ducado, Conde Mosca, urden un plan para promocionar la carrera del adorado sobrino en la corte de Parma. A toda costa deciden quitarle la idea de hacerse militar y le convencen para que se haga cura, aunque su vida no tenga tantas aventuras. Gina es objeto de las proposiciones del detestable príncipe Ranuccio-Ernesto IV, al que se ha jurado rechazar con todas sus fuerzas.
Fabrizio, que tiene en mente a la adolescente hija de uno de los rivales políticos de su tía, Clelia Conti, se hace amante de una actriz cuyo novio le ataca con un arma de manera que él se ve obligado a defenderse y le mata y huye de Parma con el pasaporte del muerto. Pasa un tiempo en Bolonia y allí, su relación con otra actriz provoca un nuevo duelo.
En la corte de Parma, los enemigos políticos de su tía (en especial, una tal marquesa de Raversi) consiguen convencer al príncipe de que la muerte del novio de la actriz ha sido un asesinato premeditado y le condena a muerte. En una seria discusión con él en la que amenaza con marcharse a otro lugar de Italia, la marquesa Sanseverina consigue que la condena quede reducida a prisión y que la marquesa Raversi sea desterrada. Ésta, de acuerdo con otros de su facción, tiende una trampa a Fabrizio y consigue que sea encarcelado en la torre de Farnesio, que custodia el padre de su amada, el general Fabio Conti.
Desde su celda y a través de un tragaluz, Fabrizio consigue comunicarse con la dulce Clelia, que corresponde a sus sentimientos. Gracias a ella, se libra de los intentos de envenenamientos que ponen en práctica sus rivales. De acuerdo con la marquesa Sanseverina, la joven le facilita los medios de fuga. Al principio, Fabrizio se niega románticamente a abandonar la prisión donde es feliz por poder verla a ella todos los días y cambiarla por la libertad lejos de ella, pero la chica le obliga bajo amenaza de volver a verle.
Con una historia así, que no queremos terminar de desvelar para que os veáis obligados a leerla comienza la Cartuja de Parma, una de las novelas más reconocidas de Stendhal. El autor escribió su obra cumbre en menos de un mes, durante su «exilio» consular en Civitavecchia. Sin embargo, es fruto de años de estudio y pasión por el Renacimiento italiano en sus textos, en los que creía encontrar el tipo de vida enérgica, fuerte, dolorosa pero a la vez más plena y auténtica, que creyó encontrar en su deambular napoleónico por toda Europa y en su descubrimiento de Italia, y que añoraría siempre.
Stendhal, el más conocido seudónimo de Henri Beyle (Grenoble, 23 de enero de 1783 – París, 23 de marzo de 1842), fue un escritor francésdel siglo XIX.
Valorado por su agudo análisis de caracteres y la concisión de su estilo, es considerado uno de los literatos más importantes y más tempranos del Realismo. Es conocido sobre todo por sus novelas Rojo y negro (Le Rouge et le Noir, 1830) y La cartuja de Parma (La Chartreuse de Parme, 1839).
Henri Beyle utilizó diferentes seudónimos para firmar sus escritos, siendo Stendhal el más conocido de ellos. Existen dos hipótesis plausibles sobre el origen del seudónimo:[ la más aceptada es que tomara el seudónimo de la ciudad alemana de Stendal, lugar de nacimiento de Johann Joachim Winckelmann, fundador de la arqueología moderna y al que admiraba. Una segunda hipótesis es que el seudónimo sea un anagrama de unas islas que Stendhal conoció y que le dejaron una profunda impresión.
Nacido Henri-Marie Beyle en una familia burguesa, su padre Chérubin Beyle, era abogado en la Audiencia Provincial. Quedó huérfano de madre cuando contaba sólo con siete años. Su padre, que se encargó junto a su tía de su educación, fue encarcelado en 1794 durante el Terror por su defensa de la monarquía. También mantuvo un fuerte trato con su abuelo materno, Henry Gagnon, médico de profesión, al que admiraba profundamente, y al que en alguna de sus obras llamará padre.
|
Estudió desde 1796 en la Escuela central de Grenoble y logró unas altas calificaciones en matemáticas. En 1799 fue a París, con la idea de estudiar en la Escuela Politécnica, pero enfermó y no pudo ingresar. Obtuvo un trabajo en el Ministerio de Defensa, en el que ya trabajaba su primo Pierre Daru.
Al año siguiente viajó hacia Italia, como subteniente de los dragones, acompañando a la retaguardia del ejército mandado por Napoleón. Su estancia en Italia le permitió conocer la música de Domenico Cimarosa y Gioacchino Rossini (del que escribió una célebre biografía, Vida de Rossini), además de las obras de Vittorio Alfieri. En 1801 participó en la campaña de Italia con las tropas napoleónicas, sirviendo en el Estado Mayor del general Claude Ignace François Michaud como ayudante de campo. En esos años, Stendhal entra en contacto con los intelectuales de la revista Il Conciliatore, y se acerca a las experiencias románticas.
En 1802 deja el ejército, pasando a trabajar de funcionario de la administración imperial en Alemania, Austria y Rusia, pero sin participar en las batallas del ejército napoleónico. Ese mismo año pasa a ser amante de Madame Rebuffel, primera de la decena de amantes que tuvo de las que se conocen nombre y apellidos.
Fue a vivir a Milán en 1815, y dos años después publicó Roma, Nápoles y Florencia, toda una declaración de su amor por Italia, y en el que se describe el llamado síndrome de Stendhal, que es una especie de éxtasis y mareo que se produce al contemplar una acumulación de arte y belleza en muy poco espacio y tiempo. Stendhal lo experimentó al contemplar la basílica de Santa Croce de Florencia.
Ese mismo año viajó a Roma, Nápoles, Grenoble, París, y por primera vez a Londres. En 1821 realizó un segundo viaje a Inglaterra, para recuperarse de unos reveses amorosos, y un tercero en 1826, también debido a problemas. Los años siguientes los dedicó prácticamente a un vagabundeo por Europa.
De nuevo en Italia, fue expulsado bajo la acusación de espionaje, y tuvo que regresar a París. Allí empezó a trabajar en un periódico, desde el que pudo diseñar su programa esencialmente romántico, caracterizado y mejorado con el reconocimiento de la historia como parte esencial de la literatura.
Viajó al sur de Francia en 1830, y en 1831 a Trieste. De 1832 a 1836 es destinado como vicecónsul de Francia a Civitavecchia, puerto de los Estados Pontificios cercano a Roma. Dos años después fue a París y a Lyon. A finales de 1837 hizo dos largos viajes por Italia.
En 1836 obtiene un permiso para París, permiso que en principio era para tres meses, pero que se alarga hasta tres años. Durante estos años alterna estancia en París con viajes por toda Europa. En 1839 viajó a Nápoles acompañado por su amigo Prosper Mérimée. En 1841 tuvo un primer ataque de apoplejía y consigue por motivos de salud un nuevo permiso para París.
El veintidós de marzo de 1842, Stendhal sufre un nuevo ataque en plena calle. Trasladado a su domicilio, muere en la madrugada del 23 sin haber recuperado el conocimiento. Es enterrado al día siguiente en el cementerio de Montmartre.
En su lápida hizo escribir el siguiente epitafio: «Henry Beyle, milanés. Escribió, amó, vivió 59 años, 2 meses. Murió el 23 de marzo de 1842».
Su fama la debe fundamentalmente a sus cuatro famosísimas novelas: Armancia (1826); Rojo y Negro (1830); La Cartuja de Parma (1839) y Lucien Leuwen (1894). Otras obras, menos conocidas, son: El rosa y el verde (1837), Mina de Vanghel (1830), y los relatos cortos recogidos y editados más tarde por Henri Martineau en el volúmen Crónicas Italianas (1929).
Los principales temas de su producción literaria fueron su marcadísima sensibilidad romántica y un poderoso sentido crítico, que dieron vida a su filosofía de caza de la felicidad, egotismo típico de todos sus personajes. El análisis de las pasiones, de los comportamientos sociales, el amor por el arte y por la música, además de la búsqueda epicúrea del placer, se expresaban con un modo de escribir personalísimo, en el que el realismo de la observación objetiva y el carácter individual de su expresión se fundían de modo armónico.
Por todas estas razones, Stendhal tuvo que sufrir el vacío que le hicieron sus contemporáneos, con excepción, como se dijo anteriormente, de Honorato de Balzac, pero alcanzó una enorme fama después. Mezclando con acierto la ambientación histórica y el análisis psicológico, sus novelas describen el clima moral e intelectual de Francia. Stendhal ha sido considerado el creador de la novela moderna, que dio paso a la gran narrativa del siglo XIX. Se dice que es el escritor del XIX que menos ha envejecido. Su positivismo, sin contaminar por ideologías, muestra al lector un lenguaje muy moderno.