‘Desayuno en Tiffany´s’ probablemente no sea la mejor novela de Truman Capote porque, la verdad, resulta imposible que alguien pueda escribir otro libro tan bueno y estremecedor como ’A sangre fría’ ; o uno que retrate de modo perfecto la adolescencia como ‘Otras voces, otros ámbitos’. Y eso por no hablar de sus prodigiosos cuentos; y en la colección titulada ’Música para camaleones’ pueden encontrarse algunos que lo confirman (todos traducidos en Anagrama). Sin embargo, ‘Desayuno en Tiffay´s’, una novela breve de escasamente noventa páginas, contiene algunos de sus momentos más tiernos, divertidos y, sobre todo, a uno de los grandes personajes de Capote: la joven y seductora Holly Golightly.
El universo literario de Capote es el Profundo Sur de Estados Unidos, donde nació el propio escritor (1924-1984). Y allí se desarrollan todos sus libros, con unos personajes extraños y atractivos, raros y al tiempo muy próximos, siempre de edad madura pero vistos por un niño excepcionalmente observador. Con un estilo que parece sencillo y atrae desde la primera fase, ofrecen múltiples variaciones sobre el modo de habitar este mundo de un modo digno y, además, lleno de gracia y sensibilidad, nada sensiblero, sin embargo.
‘Desayuno en Tiffany´s’ –con su referencia directa a la famosa joyería de Nueva York– transcurre, sin embargo, en la ciudad de los rascacielos que hicieron exclamar a más de uno, al verlos por primera vez: “¡Qué buenas ruinas serán!” Allí, Holly Golightly, una chica con gran encanto, que se ha negado a seguir una carrera de actriz en Hollywood, parte corazones, toma cócteles y parece ir tirando a base del dinero suelto que le dan sus acompañantes para la propina de los servicios en los restaurantes y clubs de moda. Estos acompañantes van desde un millonario con inclinaciones nazis, a un presidiario a Sing Sing, al que Holly visita semanalmente; por un dinero, claro. También un barman o el vecino del apartamento de arriba, un aspirante a escritor que es el que narra la historia.
Inocente y tremendamente astuta; auténtica y encarnación de la máxima sofistificación, Holly vive sin pasado –aunque el pasado termine echándosele encima–, desterrada de todas partes y sin deseos de pertenecer a nada ni a nadie. Su historia de fiestas absurdas, de amigos interesantes y superficiales, adquiere un tono musical que una vez leído, jamás se olvida. Sus andanzas constituyen una especie de canción, triste y pegadiza en ocasiones, risueña y cómica hasta provocar las carcajadas en otras. Nunca solemne, en todo momento dispuestas a divertirse, Holly aparece rodeada de un aura tan frágil que parece a punto de romperse a cada frase. Pero la chica encantadora continúa –“Eso sí que es tener estilo”, se dice de ella en el libro–, consciente y, simultáneamente alocada, y dispuesta a lo que sea con tal de ser la mujer de mundo de su imaginación. Una mujer muy atractiva y mundana, aunque inalcanzablemente próxima.
En la película que rodó Blake Edwards sobre el libro, Holly era una Audrey Hepburn en su mejor momento. Ahora que se están haciendo ‘remakes’ de películas que no tuvieron el menor interés en sus primeras versiones, alguien podría acordarse de rodar otra nueva ‘Desayuno en Tiffany’s’ (o ‘Desayuno con diamantes’, como se tituló en español), con una Winona Ryder, por ejemplo, de protagonista. Difícilmente defraudaría, como sin duda nunca defrauda el libro.
NOS VEMOS EL PRÓXIMO JUEVES 21 DE MAYO, EN LA BIBLIOTECA DEL CENTRO CULTURAL AZARBE A LAS 20 h.
"...es mejor quedarse mirando el cielo que vivir allí arriba. Es un sitio tremendamente vacío. No es mas que el país por donde corre el trueno y todo desaparece..."
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