Mil años menos cincuenta, es un recorrido amplio –y muchas veces circular– sobre una intensa saga portuguesa (de treinta y ocho generaciones para ser exactos) que comienza con el nacimiento de Afonso en 1064 y finaliza, al menos en lo que se refiere a este volumen, con Urraca a mediados del siglo XIX, cuando ésta y los restantes miembros del clan optan por tomar, como tantos otros portugueses de la época, el camino del Brasil. Dejando abierta la posibilidad de que las aventuras –mayormente amorosas– de los personajes del libro de Angela Abreu tengan continuidad. Como en todas las historias que en el mundo han sido, dos son los elementos que configuran el relatorio de Angela Abreu: eros y tánatos. Lo que ocurre es que casi nunca estas recurrencias se han expresado de un modo tan obsesivamente monográfico como en esta novela. Bien que diluidos en parte ambos elementos gracias a ciertas gotas de humor elegante que Angela Abreu no ha desdeñado colocar en su historia. Tan amplia, tan difícilmente inabarcable que en su grandeza (la de casi diez siglos de la historia de Portugal) radica también su pecado. A Angela Abreu le ha podido, pienso, la incontinencia característica del escritor novato. Y así en su novela, en cierto sentido histórica, nos encontramos con que aparece todo lo que en el devenir de Portugal ha tenido relevancia; desde el asedio de Coimbra hasta los conflictos civiles del XIX, pasando naturalmente por la desaparición del rey Sebastián, la entronización de los Austrias en el país vecino, el terremoto de Lisboa y el marqués de Pombal, y así sucesivamente. Todo esto es, como cabría deducirse, un alarde excesivo, por más que los personajes que protagonizan la novela se vean envueltos en los distintos avatares cronológicos que Abreu recoge y que, en todo caso, ocuparían por sí solos un lugar más apropiado en cualquier manual de historia portuguesa. El que la ya citada saga familiar aparezca aquí apenas si lo justifica la ilustración contextual de unas andanzas, por otra parte interraciales, como las que protagonizan los personajes de Mil años menos cincuenta. Quienes, por cierto, no hacen sino honrar la tradición plurirracial portuguesa (no digamos ya la brasileña). En su origen, en el origen de la saga, se encuentra el árabe Ab'ul, de cuya unión con la primera Urraca nace Afonso, justamente el día en que los cristianos reconquistan Coimbra. Pero todo esto tan brillantemente escrito (el estilo de Angela Abreu cautiva) no consigue superar el valor de lo meramente esquemático. Más que en escribir una novela parece como si Abreu se recrease en trazar el plan de acción de ésta. Y en realidad tal pudiera haber sido la idea madre de Mil años menos cincuenta. Un libro al que, y considerando su parentesco con el título más famoso de Gabriel García Márquez, no le hubiese venido mal un buen espolvoreado de magia cotidiana para hacer aún más digerible tanta circunstancia histórica. Como ayuda del lector, a veces un tanto desorientado, incluye el libro la genealogía de Urraca y Ab'ul. Pero este detalle no hace sino reforzar el valor didáctico, por esquemático, de la primera novela de Angela Abreu.
Nos vemos el próximo jueves, 19 de mayo, a las 20 h, en la Biblioteca Municipal de Zaratán.
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