domingo, 30 de diciembre de 2018

Enero 2.019. El mundo, de Juan José Millas



Comenzamos en año con un premio planeta.


Considerada una novela, El Mundo, es más bien una autobiografía de Juan José Millás. En ella, el escritor valenciano, asentado en Madrid, narra principalmente su infancia marcada por la humildad y la pobreza y todo lo que vino después: cuando Millás es ya un adulto y se va convirtiendo en novelista. Se reproducen también las alucinaciones, la vigilia y las ensoñaciones que siempre han acompañado al escritor durante toda su vida. Una vida que va más allá de la vida, adoptando un cariz casi metafísico, hiperreal, místico, de comprensión, que hace que Millás se sumerja con frecuencia en una burbuja.


Dice Juan José de su propia obra:

"...Hay libros que forman parte de un plan y libros que, al modo del automóvil que se salta un semáforo, se cruzan violentamente en tu existencia. Éste es de los que se saltan el semáforo. Me habían encargado un reportaje sobre mí mismo, de modo que comencé a seguirme para estudiar mis hábitos. En ésas, un día me dije: «Mi padre tenía un taller de aparatos de electromedicina.» Entonces se me apareció el taller, conmigo y con mi padre dentro. Él estaba probando un bisturí eléctrico sobre un filete de vaca. De súbito, me dijo: «Fíjate, Juanjo, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla.» Comprendí que la escritura, como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las heridas en el instante de abrirlas e intuí por qué era escritor. No fui capaz de hacer el reportaje: acababa de ser arrollado por una novela..."

Juan José Millás tiene la capacidad de convertir hechos cotidianos y rutinarios en auténticas experiencias vitales. Es todo un arte que desarrolla en “El Mundo”. Una obra definida como autobiográfica, en la que supuestamente tenemos a un Juanjo de diez años, en su barrio, su casa y su calle -llenas de terribles carencias, sobre todo las afectivas-, donde se desenvuelve con dificultades.

“El vitaminas” es su amigo. Un niño enfermo que le llena la cabeza de fantasías que los dos encuentran espiando desde el ventanuco del sótano de “El vitaminas”, donde éste le desvela fantásticos secretos. Millás, con una capacidad retórica y un manejo léxico magnífico llena las páginas de ternura y sordidez por igual. La ternura de la inocencia de los pequeños  y la sordidez de sus peculiares aventuras. Se retroalimentan con esos secretos-mentiras que les hacen vibrar, dentro de sus simples vidas. Puedes o no creértelo, puedes hacer como que te crees que esos niños se lo creen, y es entonces cuando el lector disfruta, si te dejas atrapar por la extraña magia que esos secretos imposibles: el padre del “Vitaminas” trabaja en la Interpol y los dos niños llegan a “visitar” el que llaman, el mundo de los muertos.

Millás intercala sus vivencias y los traumas de su infancia con su visión como adulto. Un escritor adulto lleno de paranoias que no sabemos si son resultado de su excentricidad o de no haber podido resolver sus traumas infantiles. Como el de María José, la hermana del “Vitaminas”, con la que sufre un encantamiento del que no obtiene respuesta. Cuesta creer que esta niña, luego mujer, sea tan rara. Yo diría hasta “petarda”, porque no sabe qué hacer con su vida incluso cuando crece.

La calle en la que viven Juanjo y su amigo es su emoción diaria, el mundo que se inventan y que da título al libro. Llega un momento en el que ya no sabemos qué es real: no sabemos si el niño Juanjo ha creído ver este mundo o es una ensoñación, como otras tantas que describe este libro que sin duda no es para “Planeta” a pesar de que  obtuviera este premio en 2007, aunque desde hace mucho es difícil creer que las obras premiadas tienen categoría o altura para merecerlos.

Aun así, lo cortés no quita lo valiente. “El mundo” es una historia contada de manera diferente, muy fluida, tan fluida que te resbalas por las palabras y te embalas leyendo, que te hace reír y muchas veces apretar los dientes en tramos puntuales, como los que nos cuentan la tristeza que rodea la vida de Juanjo (es trágico el capítulo de los malos tratos). Eso claro, en el caso de que así fuera, porque -simplemente- puede que ésa sea la manera en la que el autor lo sintió.

Si no gusta o no se sabe apreciar “el toque Millás”, es posible que muchos lectores hayan abandonado esta aventura con “El Mundo”.  Un libro de premio antiguo, que cojo mucho después de su bombo del momento, porque -en general- huyo como de la peste de los laureles por kilos que atraen los  galardones de este tipo. Prefiero dejar pasar el tiempo para que no me arrolle la bandada de reseñas, críticas y comentarios que se acumulan cuando se produce la publicación o la adjudicación de megapremios a un libro.

Reseña realizada por la autora Begoña Curiel


Os esperamos el próximo miércoles 16 de enero a las 20 h, en la sede de la Biblioteca Municipal de Zaratán, edificio Azarbe.


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